¿Qué es la cistitis?

La cistitis o infección de orina constituye una de las enfermedades infecciosas más frecuentes. La mayoría ocurre en mujeres sin enfermedades de base y sin anomalías funcionales o estructurales del tracto urinario.
Es más común en las mujeres, se estima que un 60% de las mujeres presentan una infección en el tracto urinario a lo largo de su vida y de un 30 a 40% padecen recurrencia.

La infección de orina o cistitis es la inflamación aguda o crónica de la uretra o de la vejiga, con infección o sin ella. La causa más frecuente de infección de orina o cistitis es la infección por Escherichia coli (E. coli).

La cistitis puede volverse recurrente, si aparece 2 veces en los últimos 6 meses o 3 veces en el último año.

Los síntomas más comunes son la necesidad constante de orinar y ardor o escozor a la hora de miccionar.

Según haya presencia o ausencia de anormalidades funcionales o anatómicas del tracto urinario y patrón de resistencia antimicrobiana del uropatógeno, distinguimos las siguientes infecciones urinarias (IU):

A) NO COMPLICADA: ocurren en el tracto urinario (TU) normal de los individuos inmunocompetentes, por lo general mujeres jóvenes sanas no embarazadas, sin defectos estructurales del TU, ni trastornos de la función renal y con síntomas que se limitan a la vejiga, como escozor miccional, urgencia miccional, polaquiuria, dolor suprapúbico o tenesmo. Ausencia de fiebre o dolor lumbar sugestivos de pielonefritis.
B) RECURRENTE (IUR): 3 episodios de cistitis aguda en los últimos meses o 2 episodios en los últimos 6 meses. Las recidivas de la infección por la misma cepa de la misma bacteria antes de 2 semanas tras acabar el tratamiento sugieren un fallo del tratamiento. Las reinfecciones son nuevas infecciones causadas por cepas diferentes. Suelen producirse más tardíamente (aprox. 2 semanas tras la IU inicial. Representan un 80% de las infecciones de orina recurrentes.
C) COMPLICADA: se producen en personas de todas las edades y sexos que están inmunodeprimidos o que tienen anomalías estructurales funcionales en el aparato genitourinario, incluyendo la sonda uretral.

¿Cómo se produce la cistitis?

Para que se produzca una infección de orina o cistitis, primero las bacterias deben entrar en la uretra (que es estéril) y ascender hasta la vejiga. Posteriormente se produce una respuesta inflamatoria en la mucosa. Aunque la infección se concentra principalmente en la vejiga, puede extenderse y alcanzar los riñones.

Habitualmente las bacterias provienen de las heces, predominando la Escherichia coli, causante de más del 80% de las infecciones no complicadas en mujeres sexualmente activas.

Las bacterias más comunes causantes de las Infecciones del Tracto Urinario son la E. coli, Proteus mirabilis; Klebsiella pneumoniae; Staphylococcus saprophyticus; Enterococcus faecalis y Streptococcus agalactiae.

En la mayoría de las ocasiones, el cuerpo es capaz de deshacerse de estas bacterias a través de la orina, sin embargo, las bacterias pueden adherirse a la pared de la uretra o vejiga o también multiplicarse de manera tan rápida, de forma que algunas bacterias consigan permanecer en la vejiga.

Las mujeres son más propensas a contraer infecciones del tracto urinario con mayor frecuencia que los hombres. Esto se debe a que la uretra es más corta y está más próxima al ano, por lo que el traslado de bacterias fecales es más fácil.

Las infecciones de orina en las mujeres también se ven favorecidas por las relaciones sexuales, pues el acceso a la uretra de las bacterias que se encuentran en el exterior puede verse favorecido por los movimientos sexuales.

¿Cuánto dura la cistitis?

No existe un tiempo determinado para la duración de una cistitis o infección de orina, depende de cada caso y de cada persona. Por ejemplo, influye el tiempo que se tarde en visitar a un/a profesional para que determine el problema y el mejor tratamiento a seguir. Si se ignoran los síntomas durante un periodo largo de tiempo, pueden ir empeorando y agravando la infección.

Síntomas de la cistitis

El sistema urinario está compuesto por los riñones, uréteres, la vejiga y la uretra. Todos ellos trabajan de forma conjunta y coordinada para eliminar los desperdicios del cuerpo. Los riñones son un par de órganos en forma de judía ubicados en la parte superior del abdomen hacia la espalda. Se encargan de filtrar las sustancias de deshecho y regulan las concentraciones de otras muchas sustancias. Con esos desperdicios se origina la orina, para poder expulsarlos del cuerpo.
Los uréteres son unos tubos que transportan la orina desde los riñones hasta la vejiga, donde se almacena hasta que es expulsada del organismo a través de la uretra.
Los síntomas característicos de la cistitis son el dolor y/o escozor al orinar; aumento de la frecuencia de micción, pero de forma escasa, es decir, orinar muchas veces, pero poca cantidad; sensación constante de ganas de orinar (tenesmo); puede aparecer un poco de sangre en la orina. Pueden considerarse síntomas de cistitis:
• Necesidad urgente y frecuente de orinar.
• Picazón o quemazón en la uretra al orinar.
• En las mujeres, puede haber enrojecimiento de la vulva y picor vaginal
• Dolor al orinar y al mantener relaciones sexuales.
• Color turbio o anormal de la orina.
• Aparición de sangre en la orina.
• Fiebre y escalofrío. La fiebre puede ser indicativo de que la infección ha alcanzado los riñones.
• El dolor en el costado o en la espalda también puede significar la presencia de una infección en los riñones.
• Náuseas y/o vómitos.
• Las mujeres pueden sentir una ligera presión por encima del hueso púbico y muchos hombres sienten una dilatación del recto.
• Estar más irritable de lo normal.
Lo normal es que, en el cuadro clínico de la cistitis, no se produzca fiebre, aunque si se da el caso, puede ser indicación de que se está produciendo otro tipo de infección más grave, en la que se está viendo afectado algún órgano.
El órgano afectado puede ser el riñón, dando lugar a lo que se conoce como pielonefritis aguda. Una enfermedad caracterizada por fiebre, escalofríos, malestar general, dolor lumbar acompañado de bacteriuria significativa.

Tipos de cistitis

Cistitis infecciosa bacteriana

Este tipo de infección de las vías urinarias suele ocurrir cuando algunas de las bacterias que se encuentran en el exterior, consiguen acceder al interior de las vías urinarias a través de la uretra, donde empiezan a crecer.
La bacteria que, normalmente, es la causante de la mayoría de las cistitis bacterianas que se producen es la Escherichia coli (E. coli).
Este tipo de infección en las mujeres puede verse favorecida por las relaciones sexuales, dando lugar a lo que se conoce como cistitis postcoital. Los movimientos durante el coito facilitan el acceso de las bacterias a la vagina. Esto no quiere decir que cada vez que se tiene una relación sexual vaya a producirse una infección de orina, solo que es más probable que pase.
En general, las mujeres siempre están expuestas a sufrir infecciones de orina o cistitis, aunque sean más leves, pues en la zona genital habitan numerosas bacterias que pueden provocar estas infecciones asiduamente.
De hecho, uno de los principales problemas de las cistitis bacterianas son su alto nivel de recurrencias, pero ¿por qué ocurre?

¿Por qué vuelve la cistitis?

Se considera una cistitis recurrente o de repetición cuando se tienen 3 o más en un tiempo inferior a un año o 2 infecciones en los últimos 6 meses. La recurrencia puede deberse a una recidiva o una reinfección.

Cuando se produce una reinfección, se trata de infecciones diferentes, es decir una ya se ha resuelto cuando se produce la siguiente con una bacteria diferente a la inicial.

Las reinfecciones suponen aproximadamente un 80% de las infecciones recurrentes y ocurren después de 2 semanas de completar el tratamiento. Puede ser por cepas distintas o la misma cepa de la infección original a causa de un reservorio en el tracto gastrointestinal o en las propias células uroepiteliales.

Sin embargo, en las recidivas se trata de la misma infección que vuelve a activarse, es decir está siendo originada por la misma bacteria que provocó la inicial, que no hemos conseguido eliminar definitivamente.

Las recidivas son un 20% de las recurrencias y aparecen a las dos semanas de la aparente curación de la cistitis (persistencia de la cepa original en el foco de infección), bien por anomalía genitourinaria o por acantonamiento en un lugar inaccesible al antibiótico.

Lo normal en una recidiva es que se produzca cuando la bacteria que produce la infección es la E. coli, que suele ser la causa de entre el 75 y 95% de los episodios de cistitis aguda no complicada.

La bacteria E. coli está compuesta por unas fimbrias (estructuras adherentes) que se adhieren a unos receptores que se encuentran en las células epiteliales del huésped.

Estas fimbrias son las que provocan las recidivas, pues cuando se anclan a la pared celular son muy difíciles de soltar, además se pueden camuflar entre los pliegues de las paredes, de forma que el tratamiento antibiótico no consigue actuar eficientemente contra ellas y por eso reaparecen al poco tiempo.

Cistitis no infecciosa

Aunque lo común es que la cistitis sea infecciosa (producida por una bacteria) puede darse el caso de que sean otros los motivos por los cuales se inflame la vejiga.

Algunos de estos motivos son:

Cistitis intersticial: la causa de este tipo de cistitis no está muy clara, aunque se sabe que mayormente se presenta en mujeres. Es una inflamación crónica de la vejiga que, al ser difícil de diagnosticar y de establecer una causa, es difícil de encontrar un tratamiento efectivo. Incluye los síntomas y molestias de una cistitis aguda, pero de forma crónica.

Cistitis derivada del consumo de medicamentos: existen algunos medicamentos (por ejemplo, relacionados con la quimioterapia) que pueden producir, como efecto secundario, una inflamación y daño en el aparato urinario al pasar sus restos por los conductos para ser expulsados en la orina.
Cistitis por radiación: al igual que en el caso anterior, el tratamiento por radiación puede producir inflamación y daño en la vejiga.

Cistitis por cuerpos extraños: el uso de catéteres, sobre todo si es durante un largo periodo de tiempo, puede provocar infección e inflamación en aparato urinario.

Cistitis química: este tipo de cistitis viene producida por el uso de ciertos productos que contienen sustancias a las que algunas personas pueden ser más hipersensibles, se produce una reacción y se genera la inflamación de la vejiga. Un ejemplo de estos productos pueden ser los geles espermicidas.
Cistitis derivada de otras afecciones: puede darse el caso en el que la cistitis aparece como una complicación de otros trastornos, como pueden ser la diabetes, los cálculos renales, el agrandamiento de la próstata o las lesiones de la médula espinal.

Factores de riesgo de la cistitis

Algunas personas son más propensas que otras a padecer infecciones de vejiga o de las vías urinarias de forma recurrente.
Las mujeres son uno de esos grupos. Una de las principales razones es su anatomía particular, pues las mujeres tienen una uretra más corta, lo que acorta la distancia que deben recorrer las bacterias para alcanzar la vejiga.

Las mujeres que presentan un mayor riesgo de infección de las vías urinarias son aquellas que:

Son sexualmente activas. Los movimientos del coito facilitan el acceso de las bacterias a la uretra.

Usan ciertos tipos de anticonceptivos. Las mujeres que usan diafragmas presentan mayor riesgo de una infección de las vías urinarias. Los diafragmas que contienen agentes espermicidas aumentan más el riesgo.

Menopausia: tanto la microbiota intestinal como la vaginal se desequilibran con los cambios hormonales, por lo que es más sencillo que bacterias patógenas accedan al interior de la uretra.

Embarazo: normalmente el peso del bebé hace que la vejiga no se vacíe del todo y la uretra se haga aún más corta, produciendo un caldo de cultivo perfecto para las bacterias. Además, los cambios morfológicos que sufre la mujer provocan que la higiene sea más complicada.

Otros factores de riesgo en hombres y mujeres son los siguientes:

Interferencia en el flujo de orina. Esto puede ocurrir en enfermedades como piedras en la vejiga o, en hombres, con el agrandamiento de la próstata.

Cambios en el sistema inmunitario. Cuando el sistema inmunológico está debilitado, se incrementa el riesgo de sufrir infecciones bacterianas o incluso infecciones virales de la vejiga. Puede deberse a enfermedades como VIH o por algunos tratamientos como el oncológico.

Uso prolongado de una sonda en la vejiga. Estas sondas pueden ser necesarias en personas mayores o con enfermedades crónicas. Su uso extenso puede suponer un aumento de la vulnerabilidad a sufrir infecciones bacterianas y dañar el tracto urinario.

La cistitis no es frecuente en hombres que no tienen problemas de salud que los predispongan.

Diabetes: las personas diabéticas poseen altos niveles de glucosa en orina, lo que favorece en crecimiento bacteriano.

Retención urinaria: el hecho de que la vejiga no se vacíe, favorece la aparición de infecciones urinarias o cistitis.

Incontinencia: si la zona se encuentra siempre humedecida, es más sencillo para las bacterias acceder a la uretra.

Estreñimiento crónico: la flora intestinal por lo general está dañada.

Procedimientos quirúrgicos: sondajes, inmovilizaciones, próstata agrandada, uretra corta, etc.

Tratamiento cistitis

Como ya hemos mencionado, las infecciones de orina o cistitis son una de las consultas más comunes en atención primaria y en ginecología (los síntomas pueden confundirse con algún problema o infección vaginal).

Normalmente, si los síntomas son leves, serán esto/as profesionales quienes se encarguen de evaluar el caso y mandar el tratamiento correspondiente, aunque también puede darse la situación de que se derive la consulta a urología si se considera necesario.

Para establecer un diagnóstico, el/la profesional revisará el historial clínico de la persona para comprobar si se trata de una consulta recurrente en la persona y se evaluarán los síntomas.

Si se considera conveniente, también se podrá realizar un análisis de orina para detectar bacterias y/o sangre en la orina o una cistoscopia, que es una prueba en la que se introduce una cámara por la uretra hacia la vejiga para detectar posibles anomalías.
En algunos casos, también pueden realizarse pruebas de diagnostico por imágenes como radiografías o ecografías.

Cada vez más, se ha normalizado el tratamiento antibiótico en periodos cortos de tiempo, para evitar la resistencia bacteriana. Además, como apoyo al antibiótico, cada vez es más común la recomendación de algún probiótico que ayude a mejorar los síntomas, a fomentar y mejorar el efecto del antibiótico y que además sirva como preventivo para evitar las recurrencias.

El tratamiento para combatir las infecciones del aparato urinario dependerá de la causa que la haya originado.

Lo más común, en el caso de cistitis causadas por bacterias, es el empleo de antibióticos. Antes de que se inicie el tratamiento con antibióticos, es importante que el/la profesional determine si la persona tiene alguna enfermedad o trastorno que pueda empeorar la infección o dificultar el tratamiento.

Otro tratamiento farmacológico que puede emplearse ante una cistitis es la vacuna, realizadas a partir de extractos bacterianos de cepas uropatógenas.

También existen alternativas no farmacológicos que cada vez son más empleados, entre los que podemos encontrar:

D-Manosa: es un azúcar simple, que puede actuar en el tracto urinario se une a la E- coli y desactiva las capacidades adhesivas e invasivas de esta bacteria, debido a la similitud estructural con los receptores de los patógenos.

Lactobacillus: los probióticos son microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio a la salud del hospedador. (FAO/WHO 2002) Los Lactobacillus es un género de bacterias que se encuentran naturalmente en la vagina y uretra de la mujer sana. Un bajo recuento de Lactobacillus está directamente relacionado con un elevado número de E. coli en vagina aumentando la frecuencia de las infecciones urinarias. Los Lactobacilos producen agentes antimicrobianos, como el ácido láctico, peróxido de hidrógeno (H2O2) y bacteriocinas, y bloquean sitios potenciales de unión del uropatógeno.

Arándanos rojos: el extracto seco de arándano rojo americano (Vacciunium macrocarpon) es capaz de establecer un barrera físico-mecánica natural contra la adherencia de E. coli a la superficie de las células epiteliales de la vejiga y el tracto urinario.

Vitamina C: acidifica la orina y mejora la flora intestinal, que tiene una incidencia indirecta en la ITU al mejorar el funcionamiento del SI
Estrógenos tópicos: por vía vaginal aumentan la concentración vaginal de lactobacilos, disminuyen el pH vaginal y reducen las infecciones urinarias recurrentes, especialmente en pacientes posmenopáusicas.

Xiloglucano: polisacárido presente en el árbol Tamarindus indica. Actúa en la luz del intestino, evita la adhesión, el crecimiento bacteriano y la migración a otros órganos.

¿Qué producto utilizar?

Urocran® Forte es el único complemento alimenticio que ayuda a prevenir y actúa como coadyuvante al tratamiento de las infecciones de orina recurrente o cistitis recurrente con triple acción, ya que posee: D-Manosa, probióticos específicos intestinales y extracto de arándano rojo.
Estos 3 ingredientes contribuyen al funcionamiento normal del tracto urinario, así como del sistema excretor e inmunitario.

Consejos para la cistitis

Para la prevención de la mayor parte de las infecciones de orina o cistitis, existen una serie de recomendaciones generales que pueden seguirse e incluir como parte de la rutina diaria, con el fin de disminuir los síntomas y mejorar la calidad de vida.

Algunas recomendaciones son:

  • Vaciar la vejiga completamente cada vez que se orine.
  • Usar un gel de higiene íntima (Actifemme® íntimo) con el pH adecuado, con propiedades antibacterianas y que proteja y estabilice la microbiota de la zona íntima.
  • Limpiar la zona desde delante hacía atrás (esto es fundamental para no arrastrar bacterias tanto vaginales como intestinales)
  • Orinar antes y después de las relaciones sexuales.
  • Si vamos a la playa o a la piscina, evitar que el bañador se seque llevándolo puesto, ya que facilita la proliferación de bacterias (mantener la zona genital lo más seca posible)
  • Usar ropa interior de algodón, para que transpire la zona íntima.
  • Evitar el uso de pantalones ajustados para evitar el exceso de calor y facilitar la transpiración.
  • Beber al menos 2 litros de agua al día (importante para la dilución y buen arrastre de las bacterias que se encuentren dentro tracto urinario).
  • Evitar tomar en exceso productos que alcalinicen la orina, como, por ejemplo: bicarbonato, ciertos alcoholes (Vino blanco, champán), etc.
  • La infección de orina recurrente o cistitis recurrente es más frecuente en personas con estreñimiento, por lo tanto, tienen que ingerir suficiente líquido y fibra.
  • Utilizar complementos alimenticios que ayuden a prevenir las infección de orina o cistitis.