2 Infecciones vulvovaginales: vaginosis bacteriana o vulvovaginitis candidiásica

Las infecciones vulvovaginales son uno de los motivos más frecuentes por los que se acude a las consultas ginecológica. Muchas de estas infecciones comparten sus síntomas, que, además, son muy comunes, lo que dificulta su diagnóstico. Estos síntomas, como pueden ser el dolor o el picor vaginal o las secreciones inusuales, a veces también se incluyen en el cuadro de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).

La vulvovaginitis es la inflamación de la mucosa vaginal y de la piel vulvar aunque no siempre se afectan ambas áreas de forma simultánea.

Algunos ejemplos de infecciones vulvovaginales son la vulvovaginitis candidiásica, la tricomoniasis o la vaginosis bacteriana, que, aunque compartan cosas en común, su origen es totalmente diferente.

En la vagina, en su estado normal, habita la microbiota vaginal, un conjunto de microorganismos vivos que presentan una función protectora frente a la colonización de patógenos. Uno de los microorganismos dominantes son los lactobacilos, que, mediante la generación de ácido láctico, regulan el pH vaginal, de forma que los microorganismos patógenos no puedan sobrevivir en este medio.

En la mayoría de los casos, las infecciones vulvovaginales, vienen derivadas de una alteración del estado de equilibrio de la microbiota vaginal. Este equilibrio se basa en que, mientras estén los microorganismos que forman la microbiota vaginal habitando la vagina y desempeñando su función protectora, los patógenos no pueden acceder. Cuando el pH vaginal cambia, la microbiota puede disminuir, dejando así el camino libre a la colonización de patógenos que producen una infección.

Infecciones vulvovaginales: vulvovaginitis candidiásica:

Este tipo de infección tiene un origen fúngico y, aunque puede ser producida por diferentes especies de hongos, principalmente la responsable suele ser el hongo Candida albicans.

El hongo cándida vive de forma habitual y en equilibrio en la vagina, formando parte de la microbiota vaginal y sin producir síntomas. Cuando se produce una alteración del equilibrio de la microbiota (por diferentes motivos) puede producirse un sobrecrecimiento de este hongo, dando lugar a una infección y a sus síntomas. infecciones-vulvovaginales

Los síntomas más comunes son los siguientes:

  • Alteración del flujo vaginal, se vuelve blanco, espeso, grumoso y abundante, tipo requesón.
    Irritación y prurito de la vulva.
  • Dermatitis en el tejido vaginal y/o pequeñas fisuras del tejido.
  • Molestias al orinar y al tener relaciones sexuales
  • Lesiones cutáneas en la vulva y periné.

Existen factores desencadenantes bien conocidos como son la diabetes mal controlada, el uso de antibióticos, la gestación, la toma de anticonceptivos, la inmunodepresión, la humedad, etc. Estas y alguna otra circunstancia, como el uso de duchas vaginales, ropa muy ajustada o productos que no respeten el pH, pueden favorecer la multiplicación de este tipo de hongos.

Infecciones vulvovaginales: vaginosis bacteriana:

Este tipo de infecciones están producidas por bacterias, en su mayor parte por la bacteria Gardnerella vaginalis, que, aunque también suele formar parte de la microbiota vaginal, si se desarrolla en exceso produce la infección.

La vaginosis bacteriana es la infección vaginal más frecuente, y presenta los siguientes síntomas:

  • Exceso de flujo vaginal. El flujo es maloliente (como a pescado), abundante y de color blanco o grisáceo.
  • Aumento del pH vaginal.
  • Esta infección ocurre por la sustitución de los lactobacilos de la microflora vaginal por otros microorganismos patógenos que colonizan la mucosa vaginal y alteran su pH.

Debido a sus discretos síntomas resulta más difícil su identificación, aproximadamente el 50 % de las pacientes con vaginosis son asintomáticas y suele ser un hallazgo casual en las consultas ginecológicas.

El diagnóstico de todas ellas se suele realizar a través de los síntomas que presenta la paciente y de la exploración, cuando existen dudas del agente causal se debe tomar muestra para realizar un cultivo y así poder tratar de la manera más correcta posible.

Dependiendo del agente infeccioso que haya causado la infección, hay diferentes tratamientos que el médico podrá recetar, como antibióticos si se trata de una bacteria, o antifúngicos si se trata de un hongo

Además del tratamiento con antifúngicos o antibióticos, los ginecólogo/as cada vez más suelen recomendar de forma coadyuvante, probióticos, generalmente Lactobacillus, vía vaginal u oral, ya que ayudan a repoblar la flora vaginal normal con bacterias beneficiosas que ayudarán a evitar una recaída de la infección. Estos Lactobacillus son los principales microorganismos responsables del mantenimiento del equilibrio en el ecosistema vaginal, hasta el punto de que son la especie dominante en el 70% de las mujeres sanas. En el momento actual, se considera que las alteraciones de la microbiota vaginal son el principal precursor de las infecciones vaginales.

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Sin embargo, cada vez se están utilizando antisépticos vaginales en forma de óvulos, soluciones o cremas. También el uso de probióticos como coadyuvante al tratamiento restablecen las condiciones fisiológicas normales de la vagina después de una infección y previene la aparición de recidivas.