La dieta y el aporte de probióticos específicos son elementos fundamentales en el cuidado de la microbiota intestinal y por lo tanto de la salud de los adultos mayores.
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¿Qué efecto tiene la microbiota intestinal en la salud de los adultos mayores?
La microbiota intestinal está compuesta por millones de bacterias, que llegan a suponer el 2,5% del peso de una persona adulta.
Estas bacterias, realizan funciones indispensables para el organismo: digerir ciertos alimentos, producen algunas vitaminas fundamentales como B y K, estimular el sistema inmunitario, regulan neurotransmisores necesarios para tener estabilidad cerebral y emocional, regular los niveles de colesterol y glucosa en sangre, regular las reacciones inflamatorias en el organismo, regular el estreñimiento, etc..
Sin embargo, con la edad, este conjunto de bacterias beneficiosas, disminuye debido a los cambios del organismo: disminución en la producción de hormonas, cambios en los hábitos alimenticios y de vida, disminución de la motilidad intestinal, alteración de las paredes del intestino, toma de multitud de medicamentos.
Todos estos cambios afectan a la implantación, supervivencia y buen funcionamiento de la microbiota intestinal.
Para cuidar y prevenir problemas de salud relacionados con la microbiota intestinal, se debe conseguir que la dieta sea variada y diversa, y especialmente rica en fibra.
Es fundamental conseguir mantener y si se puede aumentar el consumo de frutas, verduras y carnes sin grasa , y al mismo tiempo disminuir el consumo de azúcares, grasas y harinas refinadas.
Cuando un adulto mayor, está bajo del tratamiento de cierto medicamentos, como antibióticos o corticoides, su microbiota intestinal se daña aún más, pudiendo provocar empeoramientos de su salud.
Por otro lado, se puede prevenir el daño a la microbiota intestinal utilizando probióticos específicos como VitaPLUS® Boulardii o VitaPLUS® i50M, que contienen todas las bacterias y levaduras (Saccharomyces boulardii) beneficiosas necesarias por el intestino para que se reduzca la inflamación intestinal y las diarreas, recuperándose los niveles normales de microbiota intestinal, necesarios para volver a llevar una vida normal.
Existen multitud de ensayos clínicos con las bacterias probióticas de estos productos, que han demostrado evidencias científicas disminuyendo la inflamación intestinal y los daños que esta conlleva: colitis ulcerosa, síndrome de intestino irritable, enfermedad de Crohn, puchitis, diarreas asociadas o no a antibióticos, diarreas inespecíficas.
Como consecuencia de un proceso natural, el envejecimiento va acompañado de una reducción natural de la cantidad y diversidad de bacterias que componen la microbiota intestinal. Por ello, es fundamental actuar proactivamente en la protección intestinal de nuestros mayores con cuidados especiales, para conseguir una mejor calidad de vida, que repercutirá en un menor consumo de medicamentos, disminución de ingresos hospitalarios, disminución de recaída en enfermedades, aumento de la vitalidad y la independencia personal
1. Problemas de masticación y deglución
Al perder piezas dentales y aumentar los problemas para tragar ciertos alimentos, se producen cambios en la dieta. Se eliminan alimentos difíciles de masticar, como la carne o las frutas enteras, lo que disminuye la ingesta de proteínas, vitaminas y fibra (único alimento de la microbiota intestinal). Para evitar estos problemas, proponemos hacer cremas o purés con los alimentos preparados igual que si fueran a comerse sin triturar, que permitirá seguir ingiriendo nutrientes fundamentales.
Es muy importante evitar el aumento del consumo de zumos, pan y galletas, ya que aunque son más fáciles de masticar y tragar, sólo aportarán azúcares y grasas que dañarán la salud del mayor y su microbiota intestinal.
2. Ingresos hospitalarios
Al ingresar en un hospital a una persona mayor en un centro hospitalario, su dieta cambia repentinamente, por lo que se provoca una disbiosis intestinal (alteración severa de la microbiota intestinal), que provoca en el mayor gran cantidad de diarreas y decaimiento y debilidad general, sumadas al problema por el que fue ingresado el paciente.
Como el tipo de alimentos y su modo de preparación no son iguales a los que llevaban en sus hogares, cada vez más, los hospitales disponen de nutricionistas especializados en geriatría para adaptar las dietas a los problemas de cada persona. También usan en su mayoría probióticos específicos como VitaPLUS® Boulardii o VitaPLUS® i50M, que evitarán los daños asociados a los cambios de la dieta y el uso de medicamentos.
3. Pérdida del gusto y el olfato
En personas mayores, los sentidos del gusto y el olfato se ven mermados, por lo que les puede resultar mucho menos atractivo comer o beber a no percibir bien olores y sabores, por lo que su apetito y sed disminuyen. Esta es una de las razones por las que eligen alimentos ricos en grasas y sal, que perciben con más sabor, a pesar de que sepan que no les benefician, contribuyendo al desarrollo de enfermedades como hipertensión arterial, obesidad y diabetes
4. Enfermedades y medicamentos
El aumento del consumo de medicamentos, como por ejemplo, corticoides y antibióticos de amplio espectro que eliminan a los bacterias que provocan infecciones, pero al mismo tiempo destruyen la microbiota intestinal, vaginal, dermatológica, pulmonar y ocular, provocan empeoramientos del estado de salud general de la persona aumentando su debilidad y posibilidad de agravamiento de sus problemas de salud.